CAPITULO IV:
Esa misma noche se reunieron los sobrevivientes, para poder amortiguar las penas, aunar fuerzas para capear el frió, el dolor mismo ya les quitaba la vida. Para comenzar de nuevo debían juntar sus manos y reconstruir palmo a palmo cada una de sus callecitas empolvadas. Encausar sus trabajos al bien común para poco a poco ir deshilvanando la enmarañada masa amorfa de tierra, pilares, cemento.
El aislamiento era palpable. Las comunicaciones con otras ciudades era imposible sin caminar unos cientos de kilómetros, pero el rugido de la tierra habría llevado su murmullo mas allá del horizonte. Y su noticia se habría expandido rápidamente, quedaba la esperanza de algún buen humano se acercarse a ayudar. Trayendo consigo agua. Elemento vital e invaluable en aquel entonces.
Aquella noche los que sentados junto a la hoguera estaban, terminaron su reunión, el haber compartido la palabra les sirvió para tomar nueva orientación, cada uno camino rumbo a sus lugares de origen con ideas claras respecto el verdadero futuro de la vida que florecería sobre la nueva tierra labrada (arada-erocionada).
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment